Día de la tierra: LA reflexión

Este lunes, 22 de abril, se celebró en todo el mundo el ‘Día de la Tierra’, también llamado ‘Día Internacional de la Madre Tierra’. El senador estadounidense Gaylord Nelson fue su promotor, allá por 1970, con el principal objetivo de crear conciencia sobre los diferentes problemas a los que se enfrenta la tierra: sobrepoblación, contaminación, la conservación de la biodiversidad, etc. Además de rendir homenaje a nuestro planeta, a los ecosistemas y seres vivos que habitamos en ella y a la interdependencia que os une.

Y con motivo de esta celebración, queremos compartir una de las mejores reflexiones que hemos leído, un texto escrito por Carl Sagan, un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y divulgador científico estadounidense. Casi nada.

Para poneros en situación, el texto hace referencia a la foto que podéis ver bajo estas líneas. Aunque no lo parezca, ese punto azul que puede lograr distinguirse entre la, caótica, foto, es la tierra. La imagen fue tomada en 1990 por la sonda Voyager I sin ninguna pretensión; es más, la NASA pensó en desecharlas (fue una serie de 64 imágenes del planeta solar) por su baja calidad. Sin embargo, las imágenes inmediatamente cautivaron al público convirtiéndolas en parte de la historia: no importaba la calidad, lo importante es que estábamos viendo nuestro hogar desde una distancia inconcebible.

Original picture by NASA [Public domain]

Aquí el texto del que os hablamos:

«Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy interesante. Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar, todos los seres humanos que han existido, han vivido en él. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada ‘superestrella’, cada ‘líder supremo’, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.

La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina de este píxel sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad —en toda esta vastedad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.

La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y formadora del carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido» , Carl Sagan (1934-1996).

Nada más que añadir.

2019-04-24T15:34:55+01:00