⠀Lo ideal es hacer que el animal se acostumbre ya desde bien pronto, obviamente, sin administrarle medicamentos cuando no le corresponden. Pero si dispones de un botiquín o similar, permite que se acerque (siempre bajo tu supervisión: jamás dejes medicamentos al alcance del animal) y se familiarice con él.
⠀Haz que tu mascota asocie la ingesta de comprimidos (u otros cuidados, claro) con la recepción de un premio, ya sea para comer como para jugar, o una carantoña especialmente efusiva. Si lo vas trabajando desde cachorro, tu perro se irá acostumbrando y no se mostrará tan reacio cuando le hagas comer a la fuerza algo que no quiere.⠀
– Esconde la pastilla,⠀es la opción más cómoda: normalmente, si al perro no le gusta lo que tiene en la boca lo escupirá. Ahora bien, si maquillamos el sabor de una pastilla escondiéndola en algo que le guste (un pedazo de salchicha, un cuadrado de queso), puede acabar tragándosela sin darse ni cuenta. Puede servirte darle primero un pedacito sin pastilla, de manera que ya esté deseando con ansias el siguiente y lo devore sin darse cuenta del engaño. Mejor aún: tener preparado un tercer pedacito para que ni le dé tiempo a reaccionar.⠀
Hasta ahora hablábamos de las vías fáciles. Si ninguna de ellas surge el efecto deseado, toca aplicar las técnicas más incómodas. Ábrele el hocico sujetándolo por la mandíbula o la maxila (en función del tamaño del perro) y aguarda a que realice un gesto similar a una arcada. Introduce justo en ese momento la pastilla todo lo dentro que puedas del mismo (ayudándote con el pulgar de la mano libre), y después cierra su boca firmemente, pero sin precipitarse, teniendo cuidado con su lengua para evitar que se la muerda. Y por supuesto, prémiale.
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